Читать книгу Escrito en la orilla. Una travesía litoral con Lacan онлайн

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Lacan se refiere al Ministro y dice:

Es que al jugar la baza del que esconde, es el papel de la Reina el que tiene que adoptar, y hasta los atributos de la mujer y de la sombra, tan propicios al acto de esconder. […] es significativo que la carta que al fin de cuentas el Ministro se dirige a sí mismo sea la carta de una mujer: como si se tratara de una fase por la que tuviese que pasar por una conveniencia natural del significante.2

Parece una adivinanza, el signo o el ser, desarticulados. ¿Cuál tiene la primacía? El hombre al desposeer a la mujer de su signo sufre hasta la metamorfosis la maldición de este y queda en posición de significante o de fetiche, y solo tiene que permanecer inmóvil. Y lo hace caer mostrándose sin equívoco como inacción. El poder de la carta está dado por las asignaciones del puro significante.

Hay un detalle que nos interesa destacar especialmente y es que el ladrón, para esconder la carta poniéndola a la vista, escribe su dirección con una escritura femenina; lo curioso es que el sello que pone en el remitente es el propio. Por lo cual dice Lacan:

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