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Búsqueda de empleo y paro

En relación con la condición de búsqueda activa de empleo aparecen tres problemas: el método que se utiliza, la intensidad con que se hace y la amplitud de la misma, es decir, el tipo de empleo y condiciones de trabajo a los que se limita la búsqueda. Por lo que se refiere al método, la EPA –de acuerdo con los criterios internacionales– es bastante flexible, ya que acepta cualquier sistema, desde el más formal (inscribirse en una oficina pública de empleo) hasta el más informal (consultar anuncios, interesar a familiares o conocidos). La única limitación al respecto es que el entrevistado debe ser capaz de mencionar cuando menos uno de los procedimientos que haya utilizado en su búsqueda de empleo. En cuanto a la intensidad (al menos una acción de búsqueda durante las cuatro semanas anteriores), el criterio de la EPA puede calificarse igualmente como más bien flexible. De hecho, quien sólo busque pasándose una vez al mes por la oficina de empleo a interesarse por lo suyo, puede despertar en más de uno dudas razonables sobre su verdadera condición. Finalmente, en relación con la amplitud, la actitud de búsqueda se considera compatible con el mantenimiento de ciertas exigencias en cuanto al empleo que se pretende conseguir, de manera que un parado no deja de serlo porque haya rechazado algunas ofertas. A nadie se le ocurriría negar la condición de parado a un médico que, pretendiendo ejercer su profesión, rechazase ocupar una vacante de administrativo. En el mismo sentido, puede considerarse razonable la actitud del joven licenciado que se resiste a aceptar trabajos descualificados; o la del ama de casa que sólo busca empleo cerca de su domicilio. Sin embargo, hay muchos casos, en particular cuando se está cubierto por la prestación, en los que reducir excesivamente la amplitud de la búsqueda puede asimismo alimentar sospechas sobre la verdadera condición del parado. Por ello, el punto en que acaba la actitud de búsqueda activa de trabajo (y por tanto la posición de paro) y comienza la situación de inactividad, es desde siempre objeto de polémica. En todo caso debe tenerse presente que, desde que a finales del siglo XIX se comenzó a conceptualizar el paro, nunca se ha exigido amplitud absoluta para definir como tal a una persona sin trabajo [Keyssar, 1986].


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