Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн

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En la medida en que quien no tenga trabajo se aleje de este estereotipo comenzarán a aparecer las sospechas sobre su verdadera condición; sospechas que se trasladarán inmediatamente a la discusión sobre las auténticas causas del paro y los remedios más efectivos para hacerle frente. Forzando un tanto los términos podríamos decir que lo que estimula la discusión es la confrontación entre dos representaciones extremas del paro que son un trasunto de las que ha tenido tradicionalmente la pobreza: algo que sufren algunas personas que necesitan nuestra ayuda para superarlo o paliar sus consecuencias (el parado como víctima); o bien, situación que de alguna manera se han buscado algunos individuos, en la que están instalados más o menos cómodamente, de la que pueden salir en cuanto se lo propongan, y que en todo caso no son merecedores de nuestra ayuda (el parado como culpable). Fenómenos como el llamado desempleo paradójico [D’Iribarne, 1990], es decir, la coexistencia de paro entre autóctonos y la necesidad de recurrir a la inmigración en algunos sectores de actividad, no hacen sino reforzar la sospecha de que el verdadero problema de muchos parados es que en realidad no quieren trabajar.


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