Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн

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Los hijos del patriarca de Caleruega estuvieron supuestamente de este último lado. Ya en 1702 el virrey de Valencia, don Antonio Domingo de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía, había apercibido al provincial de Aragón, fray José Jacinto Chia, para que atara más cortos a los frailes en su proselitismo habsbúrgico: «[…] le advertí generalmente –escribió el noble a la corte– concluyéndole que esto era tirar ya la pieza de leva para que su magestad obrase con rigor lo que no avían bastado las persuasiones».11

No parece aun así que los dominicos depusieran semejante actitud. Desde luego no algunos. Por ejemplo, a finales de 1707, las autoridades borbónicas registraban el convento de Predicadores, y

en la celda del lector Luis Alexandre y presentado hallaron dos pistolas y un retrato del señor Archiduque; y en un cuadernito del padre Joseph Giner hallaron notas contra el señor Felipe V y a favor del archiduque.

Nueve religiosos, además de los dos principales implicados, fueron expulsados a Castilla, donde permanecieron un par de años.12


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