Читать книгу El mundo sin mamá онлайн

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“El tiempo es circular”, me dijo Francisco, mi hijo mayor, cuando le conté lo que le estaba pasando a su abuela. Cada uno reacciona a su modo. Mis hijos tienen la facilidad de rescatarme cada vez que me pierdo en las tinieblas.

Escuela del dolor: Cuando comienzan a morirse nuestros padres ingresamos en la curva que nos conduce a la recta de nuestra propia muerte.

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Hablo con papá. Me narra la caída de mamá. Quiero decirle algo, pero me ahogo; las palabras me abandonan, no saben cómo acompañarme. Me cuenta que mamá se cayó en el baño. Que estaba inconsciente, que no coordinaba. Que Nico, el vecino, y un muchacho que trabaja en la estación de servicios de enfrente, intentaron levantarla del suelo pero que no pudieron. Que llegó el Same y luego los Bomberos. Recién cuando fueron cinco personas lograron “sacarla” del baño. Sacarla: Vacía de sí misma. Peso. Sobrepeso. Peso muerto. El peso de la vida. El horror de la pérdida del control. “Pero los tengo a ustedes”, me dice papá y ahora se ahoga él. Aunque a veinte kilómetros, y cada uno en su casa, nos ahogamos en el mismo mar. Ya no dependen de él los cuidados de mamá, ahora es una paciente internada en un sanatorio. En los últimos años papá se convirtió en su enfermero, en su padre, en su cuidador. Al servicio de ella. Asistiéndola en todo. “Chau, viejo… todo va a estar bien, quédate tranquilo”, le digo, casi sin aliento. Corto y me hundo en el fondo de la casa, en la incertidumbre de la vida o del tiempo circular, como me dijo Francisco. Entre llantos intento un rezo, pero vuelvo a fallar.

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