Читать книгу Obras Completas de Platón онлайн
27 страница из 839
Cuando tú consideras los astros,
yo quisiera ser el cielo
para verte con tantos ojos
como hay de estrellas.
Áster, en otro tiempo
estrella de la mañana,
brillabas entre los vivos;
ahora, estrella de la tarde,
brillas entre los muertos.
A Dión:
Las Parcas han tejido con lágrimas
la vida de Hécuba y de los antiguos troyanos;
pero a ti, Dión, los dioses te han concedido
los más gloriosos triunfos
y las más vastas esperanzas.
Ídolo de una inmensa ciudad,
te ves colmado de honores
por tus conciudadanos.
¡Querido Dión, con cuánto amor
abrasas mi corazón!
Estos versos fueron grabados, se dice, sobre la tumba de Dión en Siracusa. Platón había amado igualmente a Alexis y a Fedro, de los que hablamos más arriba. Acerca de ellos hizo los versos siguientes:
Ahora que Alexis no existe,
pronunciad solamente su nombre,
hablad de su belleza,
y cada uno tome su rumbo.
Mas ¿por qué, alma mía,
excitar en ti vanos pesares[22]
que en seguida es preciso ahogar?
Fedro no era menos bello,
y le hemos perdido.
Se dice también que obtuvo los favores de la cortesana Arqueanassa de Colofón, a la que consagró estos versos: