Читать книгу Las rutas de la seda en la historia de España y Portugal онлайн

27 страница из 161

Tras la caída del califato, los distintos reyes taifas tuvieron sus propias casas del tiraz como señal de prestigio, continuando activa la institución en las distintas dinastías andalusíes, aunque llegó a desaparecer con los primeros monarcas almohades porque acorde al rigor que los caracterizó suprimieron el establecimiento adoptando una gran austeridad en el vestir.ssss1

La gran demanda interna y el comercio exterior que generó la calidad de las telas urdidas en los telares andalusíes hicieron necesario el establecimiento de talleres privados, seguramente la mayoría de reducidas dimensiones y especializados en un tipo de tejido,ssss1 pero posiblemente agrupados en torno a un centro que les daba cohesión, como se puede deducir de los textos de cronistas árabes como al-Idrisi, que informa que Almería, en la época almorávide, contaba con ochocientos talleres de tiraz, mil de fabricación de brocado y otros mil de siqlatun, y se fabricaban allí todo tipo de telas, incluso guarnecidas con piedras preciosas.ssss1 Almería fue uno de los centros más florecientes en el comercio de las sedas y su puerto la puerta a Oriente por donde entraban y salían objetos suntuarios, entre los que se encontraban las numerosas variedades de telas, pero en todas las ciudades con tradición textil estos talleres tendrían una incesante actividad, llevando a cabo tanto un trabajo estandarizado con modelos que podían ser originales de un taller o un grupo de talleres, como piezas de encargo para satisfacer a una clientela islámica o cristiana que requería piezas exclusivas, entre las que estarían los tejidos blasonados o scutulados. Junto a Almería, la producción textil fue fuente de riqueza en otras ciudades como Sevilla, Málaga, Toledo o Fiñana.ssss1

Правообладателям