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Para aquellos tejidos en los que se repiten los motivos decorativos a lo largo de la pieza, donde se precisa la preparación de las urdimbres para que faciliten a las lanzaderas trabajar de orillo a orillo, se utilizó el telar de lazos o de tiro, que permitía la repetición de los motivos mediante lazos o anillas fijados en el ramo del telar, o bien un telar donde los hilos de la urdimbre que formaban el dibujo se seleccionaban por medio de varillas.ssss1

La utilización de estos artefactos requería operarios capaces de disponer su montaje y controlar su manejo. En los primeros tiempos de la implantación de esta industria estos artífices pudieron ser de origen sirio, teniendo en cuenta que Abd al-Rahman I, en su exilio, fue acompañado por sirios fieles entre los que había artesanos cualificados y no faltarían los tejedores.

Esta sofisticada tecnología imponía la necesidad de llevar a cabo esta actividad en talleres organizados dotados de la infraestructura necesaria. La importancia de las telas como signo de magnificencia y el control de su producción como símbolo de poder se manifestaron en la fundación del tiraz real en tiempos de Abd al-Rahman II. El dar al-tiraz era un monopolio estatal igual que la instauración de las cecas para la producción de moneda, como atestiguan al-Maghrib y al-Suyuti. Este último autor sostiene que fue durante el gobierno de Abd al-Rahman II cuando se creó el tiraz y comenzó la acuñación de monedas.ssss1 Ibn-Hawkal afirma que en el año 978 funcionaba en al-Ándalus más de una factoría de tiraz, lo que revela que la institución podía disponer de talleres que trabajaban exclusivamente para el monarca, incluso había operarios que eran forzados a trabajar para el dar al-tiraz si les era demandado.

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