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Junto a la seda, la utilización de hilos metálicos aportaba mayor riqueza a los textiles. En la producción andalusí fueron empleados ya en las primeras piezas conocidas, reduciéndose su uso en el siglo XV, cuando fueron sustituidos por seda amarilla.ssss1 Los hilos metálicos podían ser de oro o plata dorada. Generalmente se utilizaron en forma de hilos entorchados a una membrana o piel de origen animal conocida como «oro de Chipre» u oropel.ssss1

A mediados de la octava centuria ya se habrían formado talleres que permitían combinar las prácticas más tradicionales con las más especializadas para producir tejidos de seda, lo que conllevó la utilización de una tecnología sofisticada basada en telares que permitían la ejecución de tejidos complejos. Junto a telares de alto lizo donde podían ejecutarse tapices y alfombras, se incorporaron los telares de pedales de bajo lizo donde se manufacturaban tejidos con una sola urdimbre como tafetanes con franjas de tapicería en los que se incorporaba la decoración o la inscripción en el caso de los tiraz, cendales y otros tejidos simples. En estos telares, para formar la decoración se utilizan canillas con los hilos de colores que se incorporan según requiera el diseño. Los hallazgos arqueológicos permiten confirmar la presencia de telares horizontales en yacimientos islámicos por la aparición de algunas piezas empleadas en este tipo de artefactos como el templén, que permitía formar orillos y ajustar la anchura del telar para que el tejido no se deformase.ssss1

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