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El viaje de regreso hasta Ufá empezó de forma catastrófica. El calor era agobiante y la ciudad está plagada de álamos, que en aquellas fechas estaban en plena floración. Los granos de polen, casi cinco millones de granos por árbol, cubrían el suelo con un manto blanco, como si hubiese nevado. La contaminación hacía que las ventanas tuviesen que estar cerradas. La respiración se hacía dificultosa y los pulmones se inundaban del aire viciado.

El autobús era una sauna, no se podía ventilar y la calefacción ¡estaba encendida! Eloy le pidió a Aliyá que hablase con el conductor y que apagase la calefacción, la respuesta fue demoledora. ¡La válvula estaba estropeada y no había pieza de repuesto! Así, en esa sauna rodante, tuvieron que hacer todo el trayecto.

Para Aliyá y Eloy el trayecto fue una especie de suplicio sentimental para ambos, se iban a separar y seguramente para siempre. Pero durante el proyecto Eloy le regaló un libro: Ébano, la novela de Alberto Vázquez Figueroa, que narra la odisea de un europeo casado con una mujer africana que en la visita a su país de origen es raptada por unos mercaderes de esclavos y llevada hasta Arabia Saudita y el marido sigue su rastro hasta que ella desaparece en las aguas del Mar Rojo. Eloy le regaló el libro con una emotiva dedicatoria: «Como él la siguió así lo haré yo».

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