Читать книгу Hechizo tártaro онлайн

20 страница из 25

Un día después de la cena, Aliyá y Eloy se quedaron en el comedor porque le tenía que explicar cómo funcionaban unos programas que le iba a instalar en su ordenador. Estaban sentados uno enfrente del otro, separados por una mesa tan estrecha que sus rodillas casi se tocaban.

Cuando se terminó la explicación, Aliyá se lo agradeció y de forma espontánea, estirando su cuerpo por encima de la mesa, lo besó suavemente en la mejilla. De forma no premeditada, o sí, sus labios rozaron la comisura izquierda de los labios de él. Y entonces el volcán que llevaba dentro entró en erupción. Sin pensárselo dos veces giró su cabeza y su boca buscó la de ella y la besó apasionadamente, para su sorpresa ella no solo no lo rechazó, sino que le correspondió con la misma intensidad. Sin decir palabra siguieron besándose hasta que llevados por un impulso natural se dirigieron a la habitación de ella.

Nada más cerrar la puerta se abalanzaron uno sobre el otro, se abrazaron y recomenzaron los besos y los abrazos. Él, mientras la besaba con pasión, le acariciaba la espalda hasta introducir su mano por debajo de su blusa buscando el cierre de su sujetador. El tacto de esa piel tan suave lo excitaba más y más; finalmente, como no era capaz de abrir el cierre del sujetador, ella decidió subírselo un poco de forma que él pudo acariciar sus pechos, estos eran pequeños pero firmes y delicados, parecían dos melocotoncitos en su punto de madurez. Él empezó a acariciárselos muy suavemente, ella empezó a gemir y exhalar grititos apagados, esto le excitó aún más si cabe y le acarició los pezones, ella ya no pudo sofocar sus gritos y gemidos, y le apretaba contra su cuerpo, él bajó la cabeza y empezó a besárselos, esto la llevó al máximo, sin poder contenerse lo empujó hasta el camastro. Se desvistieron apresuradamente y sus cuerpos se unieron en un abrazo infinito. Se comportaban como dos adolescentes que descubren el amor por primera vez.

Правообладателям