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A la llegada a la ciudad los hospedaron en la «guest house» de la empresa en la que iban a montar la planta de producción de Linóleum. Las habitaciones que les asignaron eran amplias, pero sucintamente amuebladas, el mobiliario consistía en un catre, estrecho y duro, y una mesita con un par de sillas y un cuarto de aseo pequeño, con lavabo, váter y ducha. Pero eran confortables y estaban limpias.

Solo había una nota molesta. La «guest house» estaba dividida en dos secciones: una para los visitantes rusos y otra para los extranjeros. Había una línea divisoria, invisible, pero presente. Algunas secuelas de la paranoia soviética aún persistían.

Al siguiente día los trasladaron a las instalaciones del complejo petroquímico. Kaustic (2). Este complejo petroquímico era la empresa más grande de Sterlitamak; pero sus instalaciones, fruto de la dejadez, escasez de medios y la corrupción estaban en pésimas condiciones. Las puertas de las distintas naves estaban descolgadas, no se podían cerrar, las tuberías de vapor estaban oxidadas y sin aislamiento, las estructuras metálicas oxidadas y desvencijadas y los arcenes de las carreteras internas del complejo estaban cubiertos de maleza, alta y seca como yesca esperando ser prendida por el fuego.

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