Читать книгу Mis memorias онлайн

206 страница из 217

Creía al principio que lo más eficaz era preparar los medios más apropiados para quebrantar la influencia jesuítica, habiendo pasado bien las dificultades de la lucha, mucho más conociendo los medios y sistemas que dicha orden emplea sin tener en cuenta su calidad moral, por injustos que sean. Había leído El judío errante de Eugenio Sué y otros libros aparecidos entonces, uno de P. Fita, S. J., cuya lectura llegó a hacerse muy difícil desde que apareció, porque la Compañía se adelantó a comprar la edición casi entera, lo mismo que hizo, poco después, con el de Pérez de Ayala, titulado Los jesuitas de puertas adentro, o un barrido hacia afuera en la Compañía de Jesús.62

Los jesuitas, al parecer, no daban señales de vida respecto a mí, pero yo estaba convencido de que planeaban algún golpe que para mí hubiera sido muy doloroso si lo hubieran podido consumar.

Pero, antes de continuar, voy a daros cuenta de cómo conocí a la que luego había de ser vuestra madre y fiel compañera mía.

A principio de mi estancia en Salamanca, en el terreno particular tenía muy pocos amigos, siguiendo los consejos de mi madre, de que amigos pocos y buenos, si es posible, uno solo. Los que tenía eran jóvenes, de mi edad poco más o menos, asiduos en su mayoría a la biblioteca donde yo prestaba mis servicios. Un buen día se atrevió a saludarme un joven alto y muy rubio, cuya fisionomía desde la primera vez que me pidió un libro en el salón de lectura no me era desconocida, quien al devolverme el libro me dijo:


Правообладателям