Читать книгу Enemigos íntimos. España y los Estados Unidos antes de la Guerra de Cuba (1865-1898) онлайн
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Pero con la caída de O’Donnell y de la Unión Liberal en el verano de 1866, la política isabelina perdió el rumbo tanto en el interior como en el exterior. El retorno de Narváez a la presidencia del Consejo (10-VII-1866/23-IV-1868) no supuso ningún progreso en las relaciones hispano-norteamericanas. El último gobierno de Isabel II, presidido por Luis González-Bravo (23-IV-1868/19-IX-1868), tampoco mejoró la situación.
La administración Johnson trató de ofrecer su mediación en el conflicto entre España y las repúblicas aliadas del Pacífico una vez cesaron las hostilidades en 1866, pero los gobiernos de Narváez y González-Bravo rechazaron repetidamente los buenos oficios estadounidenses. Los últimos gobiernos isabelinos fueron incapaces de abandonar su propia retórica hispanoamericanista y consideraron la mediación estadounidense como una injerencia en las relaciones especiales entre la madre patria y las repúblicas emancipadas. A pesar de la creciente irrelevancia del conflicto, los Estados Unidos estaban muy interesados en evitar la persistencia indefinida de un estado de guerra entre países del Viejo y del Nuevo Mundo58.