Читать книгу Enemigos íntimos. España y los Estados Unidos antes de la Guerra de Cuba (1865-1898) онлайн

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Las autoridades españolas no concedieron entera credibilidad al general Sickles porque percibieron su escasa influencia en las decisiones de Washington. Los gobiernos españoles eran muy conscientes de que los Estados Unidos no tenían intención de respaldar mediante la fuerza sus periódicas amenazas ante los excesos españoles en su lucha contra los insurgentes64. Sin embargo, la agresividad de Sickles supuso un grave obstáculo para mantener una comunicación cordial entre ambos gobiernos.

Caleb Cushing, el sucesor de Sickles a partir de 1874, tampoco era un diplomático profesional, pero sí un conocido hispanófilo: había visitado España en su juventud y escrito sobre su experiencia65. Además, a diferencia de Sickles, Cushing contó con la plena confianza de Fish. Durante su larga misión en España, Cushing elaboró amplios análisis sobre la situación en la Península y en las colonias, contribuyendo decisivamente a modificar la hostilidad inicial de Washington hacia la Restauración.

Las negociaciones sobre Cuba

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