Читать книгу El auge de la brutalidad organizada. Una sociología histórica de la violencia онлайн

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Herbert Spencer (1882) también desarrolló una visión similar, aunque más fundamentada desde el punto de vista sociológico, en la que distinguía entre sociedades militantes e industriales. En ella, definía a las primeras mediante el uso incesante de la violencia y la «cooperación obligatoria», mientras que las segundas se caracterizaban por la libertad y la «cooperación voluntaria». En el esquema evolutivo de Spencer, el desarrollo social se asociaba con el movimiento progresivo de las sociedades militantes, menos avanzadas, hacia órdenes sociales más industriales y avanzados.ssss1 Por lo tanto, aquí también se entendía la violencia como el «otro» de la civilización.

Si bien la teoría y la ciencia social contemporáneas simpatizan menos con estos esquemas evolutivos simplificados, todavía existe una fuerte percepción de que la violencia y la civilización son fenómenos mutuamente excluyentes y que el mundo moderno es menos violento que sus precursores históricos. Por ejemplo, este punto de vista sustenta la teoría de Norbert Elias sobre el proceso de civilización, que es explícita en la opinión de que las «sociedades medievales fueron, en comparación con las nuestras, muy violentas» (Elias, 1998: 198). Del mismo modo, el historiador social Marc Bloch argumentó que en la Europa medieval la «violencia llegaba también a lo más profundo de la estructura social y de la mentalidad» (Bloch, 1961: 411). Más recientemente, Steven Pinker (2011: 1) ha escrito un libro que describe el mundo premoderno como «un país extranjero» donde la «brutalidad» estaba «entretejida con la existencia diaria». En esta interpretación, la violencia disminuye con la llegada de la civilización y, en concreto, con el inicio de la modernidad. Pinker (2011: xxi) va más allá y argumenta que «en la actualidad quizás estemos viviendo en la época más pacífica de la existencia de nuestra especie».

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