Читать книгу Piñera porno. Clímax y caída de la obscenidad neoliberal онлайн
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El gran sujeto histórico de estos treinta años es el millonario exitoso, el hombre que se hizo a sí mismo, que triunfó, que conoció la gloria en la forma en que la comprendemos en Chile: el dinero ilimitado que todo lo compra, que conduce por cualquier camino, que todo lo puede. Si Bachelet fue Presidenta dos veces fue por el cansancio ante la elite política. Si Piñera fue Presidente dos veces fue por otorgarle la fe a la elite económica. Por supuesto, es una fe manchada; una fe llena de peros, de dudas, de inquietudes malsanas; una fe tormentosa en el alma ciudadana; una fe hecha de créditos de consumo. Una mala fe. Pero una fe al fin y al cabo. Y habrá que decirlo, aunque ya se dijo de algún modo: es una fe psicótica, llena de energía incontrolable despertándose en la mente sin control. Pero de nuevo volvemos a lo mismo, reiteremos, eso enseña la Biblia: es una fe. Y es que todos íbamos a ser ricos. ¿Quién podía negarse a semejante seducción? Como una versión mecánica de las obras de Byung-Chul Han, Chile fue gobernado por el cansancio (Bachelet), luego por el rendimiento (Piñera), después de nuevo el cansancio (Bachelet) y finalmente de nuevo el rendimiento (Piñera). En el cansancio no hubo mucho, un par de multiplicaciones por cero cada vez, sin desmerecer uno que otro acierto. Y en el rendimiento hubo mucho, un enorme movimiento primero, otro más grande después, una entropía desbordante y sin sutilezas. La Bachelet del cansancio y el Piñera del rendimiento son figuras que sirven para empezar, aunque al final el cansancio solo supo ser cansancio mientras el rendimiento dejaba de ser rendimiento.