Читать книгу Piñera porno. Clímax y caída de la obscenidad neoliberal онлайн
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El escenario de restauración siempre es posible. La historia de los grupos, de los colectivos, es siempre relativamente estable en sus procesos. Aquellas fuerzas nuevas que se hacen cargo de un momento histórico y de un lugar, normalmente, deben vencer durísimas pruebas para estabilizar su poder. La derecha ha perdido su poder, pero no lo ha ganado nadie aún. Hay candidaturas serias y menos serias para ello, pero no ha acontecido que alguien tome en sus manos el proceso con eficacia. Y menos que lo haya estabilizado. El estallido fractura, rompe, cercena, devasta. La Convención Constituyente es el primer espacio de construcción del futuro, el primer tejido, el primer esfuerzo de volver a unir las partes rotas. Pero todavía la era no ha parido un corazón, aunque igual se muera de dolor.
¿Cómo se cae la época que hemos habitado? ¿Cómo cae la época del sumo sacerdote Aylwin; la época que se consolidó con el nombre del padre y nada más (Frei); la época que vio llegar al héroe absolutista Lagos que dijo “la democracia soy yo, el verdadero padre soy yo”? ¿Cómo se cae el símbolo cristológico de Bachelet, hecha de dolor y perdón; y cómo se cae el arquetipo de la fortuna y el éxito de Piñera? ¿Cómo se cae la época cuyo símbolo político es la estabilidad y cuyo valor es el crecimiento? Estabilidad para el crecimiento, fue ese el alma de la época. La Concertación tuvo los cargos; la derecha, el poder. Los empresarios se quedaron con la aburrida y modesta tasa de ganancia. Y al final la Concertación perdió los cargos y la derecha perdió el poder. Los empresarios lloran y se refugian en un fascista. No pudieron inventar un innovador, se quedaron con el fantasma de un dictador, una réplica entre el pinochetismo y el nacionalsocialismo. La derecha prometió la modernización y hoy ofrece ser retaguardia.