Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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– Hola Juanito dame un beso – requirió Joaquina dándole un efusivo abrazo y un beso en cada mejilla -. Amalio debe estar por el estanque grande, así que si vienes a pescar seguro que lo encuentras por allá.
– No, hoy no tengo tiempo para la pesca – respondió el futuro doctor en historia -. Voy directamente a la casa grande para hablar con doña Mercedes, pues tal y como me dijiste, es la que mejor puede ilustrarme sobre la historia que tuvo lugar en esta finca.
– Pues anda hijo, no pierdas tiempo y ve para allá, que hoy además de la historia te va a enseñar otra cosa – dijo Joaquina agarrándole de los hombros por la espalda y empujándole hacia el camino de la vivienda principal de la finca.
Juan sin decir nada, pero con expresión intrigada por lo que acababa de decirle la guardesa, dirigió sus pasos hacia la antiguamente conocida como Casa de Su Majestad. Al mismo tiempo Joaquina telefoneaba a doña Mercedes para anunciar la llegada del joven.
El día lucía maravilloso, entre el correspondiente a una primavera que no quiere despedirse y el de un verano que quiere entrar en escena sin más dilación. Según iba avanzando por el camino, una bandada de patos sobrevolaba sobre su cabeza con dirección a alguno de los estanques de la finca.