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Estaban disfrutando del aperitivo, cuando Juan explicó a su anfitriona el motivo de la tesis doctoral que estaba elaborando y manifestó, que sería un honor y una ayuda inestimable, poder contar con la información que le pudiese proporcionar la mujer que más sabía sobre la estancia de Felipe II y los jerónimos en la Granjilla.

Ante la propuesta del joven, Mercedes se levantó de su asiento y cruzando los brazos comenzó a caminar alrededor de la mesa parándose nuevamente frente a Juan para poner condiciones a su colaboración.

– Muy bien jovencito, haremos un trato – dijo mirándole fijamente a los ojos con cierto aire de misterio -. Yo te enseñaré todo lo que sé y te mostraré hasta el último rincón de este lugar, pero a cambio me mantendrás al corriente de tus conclusiones y me entregarás una copia de tu tesis.

– Si eso es todo, por mi parte no hay ningún problema, así que supongo que tenemos un acuerdo – respondió Juan levantándose a su vez y tendiendo la mano derecha a su nueva socia.

La mujer estrechó con sus dos manos la del joven y tomaron nuevamente asiento para seguir degustando el aperitivo junto al doctor que, impasible, había observado la escena del acuerdo entre su hijo y la dueña de la finca. Una vez terminada la limonada, y para empezar a poner en práctica lo acordado, la anfitriona invitó a sus dos visitantes a recorrer el interior de la casa.


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