Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн

113 страница из 139

– Alejandro, tu tan amable como siempre - decía la señora cuando tornó la vista por encima del hombro del doctor -. Y este joven tan espigado supongo que es tu hijo, aquel niño que solía visitarnos con su abuelo después de pescar.

Juan que hasta el momento se había mantenido unos pasos detrás de su padre, se adelantó hasta la posición de éste.

– Si señora, soy Juan, el mismo niño que usted menciona – respondió el joven estrechando la mano de Mercedes.

– Bueno, acerquémonos a la mesa, ya que sabiendo que veníais nos han preparado un pequeño aperitivo para que repongáis fuerzas mientras conversamos – invitó la señora señalando una mesa circular de piedra que se encontraba en el exterior de la casa. Sobre ella había una jarra de fresca limonada, tres vasos y un par de platos con aceitunas y almendras. Todo ello, al cobijo de la sombra que proyectaba el fresno protector bajo el que se encontraban.

Mientras Mercedes llenaba los vasos de limonada y el doctor se sentaba en un banco de piedra, Juan dirigió su mirada hacia el edificio conocido como la Casa de Su Majestad, el cual construido en mampostería de granito, tenía sus esquinas reforzadas con sillares. Como tantas otras veces en su niñez, llamó la atención del joven la impresionante puerta principal, con su marco flanqueado por pilastras fajeadas sobre las que apoyaba un dintel realizado con dovelas. Por encima del dintel, resaltaba un frontón triangular, con dos florones descansando en sus extremos y una ventana situada sobre su eje.


Правообладателям