Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Mientras caminaban, Juan comentó a su padre que había encontrado a los guardeses, tal y como los recordaba desde hacía diez años.
– Es como si no hubiesen pasado los años por ellos, quizás Amalio esté un poco mas encorvado y Joaquina con algún kilo más, pero realmente se conservan de maravilla.
– Eso es por lo saludable de la vida en el campo, que proporciona más salud que cualquier medicina.
Una vez rodeada casi la mitad del perímetro del lago, llegaron al sitio que tras la recomendaciones de Amalio, habían decidido que era el idóneo para tirar las cañas y probar suerte. Dispusieron el cebo en sus respectivos anzuelos y lanzaron los sedales hacia el centro de la superficie acuática en busca de los peces, para a la sazón convertirlos en pescados.
El día resultaba de lo más esplendido, soleado pero sin provocar un calor excesivo, lo típico de un día primaveral en la sierra de Madrid. Durante esos primeros instantes de concentración en el arte de la pesca, ambos se mantuvieron en silencio, como si de un ritual previamente pactado se tratase.