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Los límites de la diócesis valentina tras la conquista coincidieron en gran parte con los de la actual provincia civil, penetrando en las de Castelló y Alacant, siendo limítrofe por el norte de Tortosa y Segorbe, por el oeste de Cuenca y por el sur hasta una línea que partía desde Calp en la costa, y más tarde Vila Joiosa adentrándose hacia Xixona y Biar, subiendo por el noreste hacia Xàtiva, prosiguiendo por Enguera y algún tiempo también Aiora y por último hasta Cofrentes. Era pues un territorio vasto, razón por la cual Jaime II, a principios del siglo XIV, intentó la creación de una segunda metrópoli en sus dominios, proponiendo al papa la creación de un obispado en Xàtiva.
Sin embargo, la única división que se hizo en 1248 fue la de los arcedianatos de Xàtiva y Valencia, novedad importante para la estructura diocesana porque los arcedianos eran poderosos e influyentes y además gozaban de cierta autonomía en sus respectivas jurisdicciones. En 1279 se crearon otros dos arcedianatos en Sagunt y Alzira, al norte y sur, respectivamente, con el fin de planificar mejor las iniciativas pastorales, cuidar directamente las necesidades espirituales del pueblo y coordinar las actividades del clero.