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Otro aspecto importante de la organización de la nueva diócesis fue el económico.9 Don Jaime se había comprometido en las Cortes de Monzón a financiarla convenientemente, pero sus promesas no fueron mantenidas porque las campañas militares hacia el sur le ocasionaron enormes gastos, y por ello el papa Gregorio IX le llamó solemnemente la atención. El monarca, en 1241, ante las insistencias del clero, aumentó la ayuda, que al principio había sido muy escasa, y dotó debidamente al cabildo catedral, repleto de canónigos adictos a su persona para evitar futuros conflictos. A pesar de estas dificultades iniciales, pasados cuarenta años, las finanzas de la catedral y diócesis eran bastante sólidas, de modo que Jaime II pudo informar a Roma diciendo que la diócesis de Valencia era tan rica como la de Tortosa.

También fue un buen método de financiación la administración e inversión de posesiones y fincas procedentes de donaciones, legados, herencias, etc., aunque a veces este tipo de actividades era contrario a la legislación civil y en concreto a una constitución de 1240 que prohibía a la diócesis heredar o adquirir tierras. Esto habría reducido sus posibilidades económicas, pero el clero se opuso a tan gravosa limitación, que el mismo rey no había conseguido imponer a otras diócesis más antiguas.


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