Читать книгу El ocaso de los dominios valencianos de los Medinaceli. El tránsito del antiguo régimen al liberalismo en los estados señoriales de Segorbe, Dénia y Aitona онлайн

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Pero cada lector hace sus lecturas y me gustaría hablar de las mías, si se me permite. Para mí, precisamente porque el problema central es el estudio de las relaciones sociales y del sistema institucional que las regula, la cuestión que se trata aquí es la de la distribución social de la riqueza y las reglas del juego que la hacen posible. Entiéndase, además, que por instituciones no entiendo tan solo las instituciones formales, sino también todo el sistema de normas, costumbres, tradiciones que –para adoptar la terminología de la nueva economía institucional– constituyen las reglas del juego entre los agentes sociales. En el sentido más clásico, el que por otra parte adoptaron los grandes de la primera economía política como Adam Smith, Jovellanos, Ricardo, Karl Marx y tantos otros, se trata aquí de la economía política de las casas señoriales. Pues ha quedado claro que no las entenderemos si partimos tan solo de los presupuestos de la economía clásica o neoclásica.

Lo que se desprende de este excelente trabajo es que estas casas aristocráticas tenían un problema básico de monitorización o, para usar mejor castellano, de conocimiento y control de su sistema administrativo y de acceso a los recursos. Se trata, además, de un problema que lo es también, y sobre todo, de información, muy costosa y asimétrica entre el centro (ya casi siempre Madrid) y la periferia de estos patrimonios (las distintas localidades repartidas por toda la península donde tenían posesiones). De ahí precisamente su enorme dependencia de agentes locales y, en particular, de las élites locales y el inestable equilibrio en la negociación con estas. No es extraño que sea precisamente cuando se rompe esa relación a escala local cuando el sistema señorial empieza a hacer aguas. Y existe asimismo un problema de cómo hacer cumplir las normas sociales, costumbres y prácticas legales, a menudo de interpretación diversa, en las que se sustenta el poder de la aristocracia española. Es decir, existe un problema de enforcement (capacidad de hacer cumplir las normas). Este problema viene de muy lejos y se percibe ya en el siglo XVI, e incluso antes, cuando la justicia del rey, cada vez más, empieza a mediar en las formas de coerción y uso de la violencia señorial. Lo hace pese al carácter en absoluto nada moderno de esa justicia, como bien ha visto J. Owens, y pese a la intención final de esta mediación.


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