Читать книгу El ocaso de los dominios valencianos de los Medinaceli. El tránsito del antiguo régimen al liberalismo en los estados señoriales de Segorbe, Dénia y Aitona онлайн
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Es quizá en ese nivel –y no solo en el de la crisis del sistema institucional y político como una especie de proceso sobrevenido desde fuera a los estados señoriales– en el que deberíamos buscar las claves del derrumbamiento del sistema del Antiguo Régimen. Pero, además, Vicente Gómez nos aboca a otro aspecto sobre el que espera poder extenderse más y que está ya presente en este trabajo y en sus conclusiones: todo ello no es sino parte del proceso de formación de una nobleza nacional (el subrayado es suyo). En otras palabras, los Medinaceli, como los Osuna, excelentemente estudiados hace años por Ignacio Atienza, o los Álvarez de Toledo, habían creado redes de estados que abarcaban, al menos, todo el territorio de lo que será en unas décadas el estado nación español. Este hecho, cuyas consecuencias han pasado hasta ahora inadvertidas, sería esencial. Lo sería en lo político e incluso, como he intentado probar en otro sitio, en la creación de una comunidad imaginada. Pero lo fue también en lo económico, pues fue lo que permitió políticas locales diferentes, discriminadas y complementarias, muy medidas en función de la enorme heterogeneidad peninsular en cuanto a derechos de propiedad y relaciones sociales a escala local, que serían en realidad la tabla de salvación de las casas que han llegado a nuestros días. En otras palabras, la supervivencia de estas casas no se explica solo por el cambio en el marco legal y la forma en que se adaptan a este, sino también –y esto es materia de reflexión para el futuro– por la condición de estado suprarregional que adquiere el ordenamiento político y que ya se anunciaba en el siglo XVIII, lo que aclara bastantes cosas sobre su posicionamiento político en el proceso de articulación espacial del estado. Todo ello, y el estudio de Gómez Benedito es una muestra evidente, pudo ser así porque la alta nobleza no fue nunca ni ese grupo despreocupado de sus estados, ni una clase inmóvil de la que se nos hablaba en la más pura e interesada tradición liberal, sino todo lo contrario. Y porque tuvo un papel muy activo en la creación de ideología y pensamiento, incluyendo la creación de comunidades imaginadas, incluso en el siglo XIX en toda Europa.