Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн
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En el libro colectivo Death of the father se demuestra la importancia que reviste, tanto desde el punto de vista político como simbólico, la muerte de los líderes de los regímenes caracterizados como «totalitarios» y «patriarcales» del siglo XX, que suele suscitar la aparición de unos relatos en torno a lo que se considera un «trauma nacional».ssss1 Trauma para los que perdían a «su» caudillo, lo fue también para los que echaron de menos que su peor enemigo no se muriera en la cama. Con la pequeña muestra de películas presentadas en este artículo, hemos tratado de resaltar tres maneras muy distintas de superar en cierta manera este «trauma» reconquistando audiovisualmente el periodo de la enfermedad y agonía de Franco, desde unos soportes y formatos distintos (un largometraje underground en Súper 8, un documental televisivo y una ficción cinematográfica) en tres momentos diferenciados (1976, 1994 y 2003) desde la muerte del dictador hasta nuestros días. Para ocupar el vacío dejado por la imagen ausente, que se asemejó a una imagen prohibida, estas tres estrategias de reconquista se fundamentaron en un mismo impulso, una forma de pulsión escópica cuyo punto en común fue la voluntad de ir más allá de lo que se quiso imponer como «último retrato» desde la propaganda del régimen, la imagen del cuerpo embalsamado del Caudillo delante del cual pasaron cientos de miles de españoles entre el 21 y el 22 de noviembre de 1975 y que las cámaras fotográficas y cinematográficas se habían encargado de registrar, compendio de un «cuerpo político» de por sí inmortal. Según puntos de vista diversos, los cineastas se emplearon en reconquistar el invisible «cuerpo natural» de la agonía con unas intenciones muy diversas: alegre y carnavalesca profanación para Antoni Martí, voluntad de revelar la verdad para Carlos Estévez y, por fin, catártico ajuste de cuentas para Albert Boadella. «¡Qué duro es morir!», hubiera susurrado Franco a uno de sus médicos en el transcurso de su interminable agonía. Cada una a su manera, estas tres películas son una suerte de expansión de esta escueta frase que sintetiza eufemísticamente las semanas que duró el ensañamiento terapéutico para mantener vivo a toda costa lo que ya era un cadáver vivo...