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Apoyo de Napoleón III a la causa de la unidad italiana

Tras el fallido intento del Piamonte de vencer por las armas a Austria con ocasión de la Revolución de 1848, estallada también en Viena y extendida a parte de su Imperio, el gobierno de Turín vuelve a intentarlo diez años después. El primer ministro italiano, Cavour, en su encuentro secreto con Napoleón III en Plombières (1858), ofrece a Francia la parte francófona de su reino –Niza y la Saboya– a cambio de su ayuda militar. Los aliados franco-piamonteses vencen a los austriacos en Magenta y Solferino, pero Napoleón, temeroso de perder el apoyo de los católicos franceses, desiste pronto de proseguir la guerra y firma por separado con Austria la Paz de Villafranca para gran disgusto de Cavour y humillación del Piamonte que por sí solo es incapaz de afrontar a los ejércitos austriacos. No obstante, por esta paz Austria cede al Piamonte la Lombardía, a la vez que conserva el Véneto y sigue tutelando a los príncipes italianos adictos.

Cavour muda entonces de táctica. A partir de 1860 promueve por toda Italia manifestaciones antiaustríacas y de adhesión al Piamonte. Las poblaciones de Toscana, Parma, Módena y las Legaciones (territorio de los Estados Pontificios) votan la anexión al Piamonte. Y en el Sur de Italia, bajo mano, apoya Cavour al republicano Garibaldi que con sus camisas rojas se apodera de Sicilia y Nápoles, pero por breve tiempo, pues Cavour envía su propio ejército piamontés a hacerse cargo de la situación. Pronto, vencida la resistencia armada de los partidarios de Francisco II de Nápoles, se tienen plebiscitos de los que resulta también la adhesión del Sur italiano al Piamonte. En Turín no aguardan a más: en 1861, recién fallecido Cavour, el parlamento proclama la creación del reino de Italia. En 1866, tras la derrota de Sadowa (Königratz), Austria se desprende del Véneto y es incorporado a Italia86.

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