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Concordato de 1855 con la Santa Sede

Pese a la poderosa burocracia estatal de Viena, que considera decisivo para la pervivencia del Imperio mantener vigente el josefinismo del XVIII (la soberanía del Estado sobre la Iglesia), Metternich, a partir de 1830, evoluciona de su anterior actitud para con la jerarquía de la Iglesia un tanto displicente y volteriana. Propicia sucesivos acuerdos con la Santa Sede para no enfrentar la legislación civil al derecho canónico eclesiástico. El abad Joseph Rauscher (1797-1875), formado en la escuela ultramontana del redentorista san Clemente María Hofbauer, fue el mediador decisivo en aquellos difíciles tratos y gestiones que alcanzarán su plenitud con el Concordato de 185584.

El nuevo emperador Francisco José, declarado católico fiel a la Santa Sede, acoge con gozo el Concordato. Entiende, a diferencia de sus políticos josefinistas y proliberales, que es un gran bien para la cohesión de su extensa monarquía, en la que la fe católica es mayoritaria, además de en Austria, en importantes partes muy dispares (la Galitzia polaca, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Venecia, la zona ucraniana de los uniatas...)85.

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