Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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Pese a las desavenencias entre la nobleza rusa, y las aún más graves entre los posibles sucesores a la muerte de cada rey rus, logran todos ellos unirse frente a las tremendas invasiones que de tanto en tanto les acosan. El nuevo vínculo común de la fe refuerza notablemente la unión, y confiere a la autoridad un sentido religioso: no, para ser ejercida de cualquier manera, sino según la ley de Dios, lo cual hace que esta época fuese tan viable99. El historiador Geoffrey Hosking, para hacer más inteligible la época, aporta estos significativos datos:

“En 1143 los ciudadanos de Kiev invitaron a Vladimir de Pereiaslavl, el jefe militar más victorioso de la guerra contra los kipchaks [invasores, nómadas de las estepas] a gobernarlos como gran príncipe. Por sus victorias, Vladimir recibió de Bizancio una corona forrada de piel que significaba que su autoridad procedía de Dios. Fue un gobernante sabio y piadoso, pero también práctico, que creía que debía asumir la responsabilidad personal de todas las obligaciones de la autoridad principesca: la guerra, el orden dinástico y la familia, la justicia, la caridad, el mecenazgo y la observancia de la pravda [la verdad]. Expuso por escrito en una Exhortación dirigida a sus hijos [cómo han de gobernar], no sólo por medio de la fuerza, sino también mediante «el arrepentimiento, las lágrimas y la limosna». Esta combinación de poder por la fuerza y de moral cristiana arraigó como un ideal para los gobernantes de Rus/Rusia”100.

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