Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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Aquel desentendimiento entre Roma y Oriente, con culpas por ambas partes, tuvo por causa principal el antiguo y persistente cesaropapismo de la corte y gobierno bizantinos, tratado de justificar presentando a Constantinopla o Bizancio como “la segunda Roma”107 (por “traslado” a Constantinopla de la antigua capital del Imperio Romano), llamada a dirigir tanto el gobierno civil como el eclesiástico de todo el Oriente cristiano. Tal pretensión (insinuada ya en el mismo Concilio de Nicea, y siempre rechazada por los papas), durante tiempo no apuntó a discutir el primado de jurisdicción del Romano Pontífice sobre la Iglesia universal, pero sí a lograr la primacía eclesiástica de Constantinopla –en realidad primacía de su emperador– sobre las demás sedes patriarcales de Oriente (Jerusalén, Antioquía y Alejandría), de origen apostólico; no, precisamente político108.

En el siglo XV, por un momento pareció que la Iglesia de Oriente volvía a la unidad con Roma por medio del Concilio de Florencia (1437) –hoy en día básico para un verdadero diálogo ecuménico– al desaparecer en él las divergencias teológicas. Incluso fue reconocido por los obispos orientales el primado del Papa sobre la Iglesia. Pero, por desgracia, enseguida quedó el Concilio sin efecto ante la mala acogida que tuvo al retornar los obispos a sus diócesis de Oriente. Luego, ya no quedará tiempo para una mayor reflexión, pues pronto, en 1453, se vino abajo el más que milenario Imperio Romano de Oriente, y aquellas entonces multitudinarias cristiandades, que aún habían resistido durante largo tiempo al acoso turco, pasarán ya a dominio islámico por siglos109.

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