Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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Después de la separación de 1054, el progresivo y largo acoso de los ejércitos islámicos al Imperio Romano de Oriente propició que los emperadores bizantinos intentasen reiteradamente retornar a la unidad con Roma y lograr el consiguiente auxilio militar de los cristianos de Occidente, que en esa época se habían implicado en el gran movimiento de las cruzadas promovido por papas y santos para recobrar los Santos Lugares. No se alcanzó el fin deseado por las cruzadas más que durante un tiempo, y hubo hechos por parte de los cruzados occidentales que no contribuyeron a la unidad con Oriente, como fueron los graves desmanes por ellos cometidos en Constantinopla en 1204103.

La Iglesia en Rusia, muy vinculada históricamente al patriarcado de Constantinopla, permanecerá unida a la Iglesia universal mientras Constantinopla no se separe de Roma. E incluso después de la separación de 1054 –del cisma104 de Miguel Cerulario– persiste en Rusia durante unos decenios la buena relación con los papas, tanto de la jerarquía de Kiev (sede metropolitana y capital del reino) como de los monarcas rusos, pero de hecho se avanzaba hacia la ruptura “de manera incontenible”105. En la escisión no pesó herejía oriental antigua alguna que reviva (de Arrio, Apolinar, Nestorio...), sino la frecuente subordinación desde antiguo, más o menos grave según los casos, de las jerarquías eclesiásticas orientales a la autoridad política; antes, a la de Constantinopla; luego a la de Kiev, y más tarde a la de Moscú106.

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