Читать книгу Palabras grabadas en mi alma. Testimonio de una discípula del maestro Peter Deunov онлайн

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De repente, alguien llamó a mi puerta y una voz dijo:

– ¡Milka, ven a comer!

Fue el hermano Epitropov quien repitió su invitación.

– Oh, no es necesario, respondí perpleja y avergonzada. De repente pensé: “¿Y si el Maestro me hubiera oído?”

– ¡Vamos! Hoy mi mujer ha preparado una comida muy buena, insistió, y esperó a que me pusiera mi abrigo.

Para ir a su casa, el hermano Epitropov pasaba siempre por mi casa. Yo era amiga de su hija, pero hasta entonces nunca me había invitado a compartir su almuerzo. Todavía desconcertada, le seguí y me dieron una comida deliciosa y abundante. ¿Quién lo había enviado para invitarme a almorzar?

“¡Ve ahora!”

Esto ocurrió el 12 de septiembre de 1933.

Mientras mis padres se habían mudado a Sofía, yo todavía enseñaba en una escuela en Varna. Y me hubiera gustado, a mí también, ir a vivir a la capital, pero hasta entonces no lo había conseguido.

En el Ministerio de Educación, se habían publicado las listas de los que habían sido nombrados maestros en los jardines de infancia de Sofía, y una vez más mi nombre no figuraba en ellas. Así que tuve que volver a Varna para continuar mi trabajo como maestra.


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