Читать книгу Las metáforas del periodismo. Mutaciones y desafíos онлайн
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Es en este punto en que el periodismo tiene una ventaja por sobre los medios, porque es más fácil que pueda ser una persona cercana a la audiencia, una referencia con nombre y apellido para consultar. Los informes globales de confianza muestran que la caída de los medios no es la misma que la del periodismo. Entre los 28 países que monitorea el Edelman Trust Barometer, 22 tenían una confianza menor al 50 % en 2019 y 14 en 2021. Sin embargo, en la mayoría de los países el periodismo es más confiable que las plataformas, con más de quince puntos de diferencia en Alemania, Irlanda, Suecia, Holanda, Canadá, Australia, Francia y el Reino Unido. En contraste, son consideradas más confiables en Brasil, Malasia, México y Turquía, países donde la prensa tuvo restricciones y alineamientos con el poder que explican la preferencia por otras fuentes de información. Sistemáticamente se observa en los procesos de opinión pública que la pérdida de confianza en los medios se traduce en una pérdida de confianza en las instituciones de las que se ocupan los medios, especialmente porque no logran entender la comunicación simétrica que exige el entorno de las plataformas (Castells, 2009). Políticos y empresarios tienen menos de la mitad de la confianza social, lo que es crítico para la confianza en las noticias porque se trata de las principales fuentes de la prensa. No obstante, lo que más pierde confianza es el concepto de verdad como un absoluto. Distintos reportes coinciden en que la mayoría de la gente dice tener dificultad para distinguir la verdad de las falsedades. Pero cuidado con suponer que solo se trata de una limitación de los lectores sin considerar la sofisticación que ha adquirido la maquinaria de la impostura. Especialmente la impulsada por las fuentes de poder, que abusan de su autoridad para confundir no solo a la población, sino también a los que se suponían profesionales de la información, que caen muchas veces en sus celadas. Ahí el periodismo ofrece falacias o declaraciones incomprobables bajo el débil escudo de unas comillas para la cita oficial, con lo que se convierte en un eslabón de la desinformación. Es este el aspecto en el que las plataformas se diferencian de los medios, y el que dificulta cualquier comparación, porque la atención no se va a las plataformas sino a las personas como nosotros que están en las plataformas. En el siglo pasado, los medios proclamaban que la confianza era el atributo en el que apoyaban su prestigio, que a la vez se trasladaba a los miembros del colectivo. En la cultura milenial de la selfi y los tutoriales, la referencia no la brinda la marca sino el que comparte. Son tiempos en que es más importante la paridad que la autoridad. La pérdida de referencialidad de los medios no debería afectar al periodista, siempre y cuando este sea percibido como una persona cualquiera. Cercanía es más importante que celebridad, como pueden demostrar los influencers y youtubers que cuentan sus comunidades por millones, cifra que ni siquiera arañaban los medios más exitosos en el pasado. No hay muchos periodistas considerados influencers, pero sí muchos influencers que se han vuelto cronistas exquisitos de los más diversos tópicos (moda, viaje, culinaria, libros, cine, running, make up, mindfulness). Durante la crisis por el coronavirus en 2020, las principales búsquedas globales tenían que ver con los temas de la vida cotidiana de los que estos referentes de las redes se vienen ocupando.