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Dimos vuelta en Cinco de Mayo. Nos dirigíamos a San Ildefonso, la prepa 3; pero todas las calles laterales continuaban cercadas por los granaderos. Eran las once de la noche y las calles estaban absolutamente vacías. No habíamos encontrado a Escudero en la Facultad y salimos Osorio y yo en su Volkswagen para enterarnos de los sucesos de esa tarde. En la esquina de Palacio Nacional, donde principia Moneda, se veía una fuerte guardia de granaderos y muchos autos de agentes. Pasamos junto a ellos y seguimos de largo; a las pocas cuadras dimos vuelta hacia San Ildefonso y dejamos el auto a espaldas de la preparatoria. Por ese lado no había vigilancia; llegué hasta la puerta y entré. Osorio me esperaba en un lugar cercano. Cuando iba entrando, los granaderos que se veían en la esquina de Palacio emprendieron un nuevo ataque y los muchachos que se encontraban en la puerta retrocedieron en desorden y la cerraron. Adentro la tensión era muy grande, por los patios y las galerías con arcos deambulaban grupos armados de palos y varillas; se veían botellas, ladrillos, tubos, estopa para las «molotov». Pronto me encontré un conocido, con él venía un estudiante del Poli.