Читать книгу Los días y los años онлайн

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–Si tuviéramos paralizada la producción nacional, como sucedió en Francia durante mayo, ya Díaz Ordaz hubiera tomado su Ipiranga –interrumpió Osorio.

–¿Su qué?

–Es el nombre del barco en el que Porfirio Díaz salió del país.

–¿Así lo crees?

–Sin duda. Aquí no hay cgt que salve a la burguesía del desastre y el pc es casi inexistente.

Vio cuánta cinta quedaba y añadió:

–Si alguno quiere agregar algo, puede hacerlo.

–Solamente –dijo Escudero–, que observes cómo seis peticiones, ninguna de las cuales puede considerarse una reforma medianamente radical en otros países, en México se transforman en un verdadero explosivo. Aunque no logremos más que un triunfo parcial, nuestro mayor mérito será el de haber indicado un camino a seguir.

Como a las diez de la mañana me llamaron a «defensores». Debe ser Marjorie, pensé, a ver qué me dice de mis exámenes. La Universidad nos había permitido presentar exámenes desde la cárcel; pero cada maestro tenía que fijar tema y extensión de un trabajo escrito, pues no era posible efectuarlos de otra manera. La principal dificultad consistía en conseguir los libros, ya que, aunque también se había fijado un pequeño presupuesto para libros, luego se retardaba todo por los trámites que tenía que cubrir un solo licenciado nombrado por el rector para ver nuestros casos.


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