Читать книгу Si te sientes identificada, huye онлайн
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Al bajar, tuve que correr. Una vez más se me solapaban los horarios y no llegaba a tiempo de coger el bus que me llevaría a mi pueblo. Podría haber llamado a mi padre para que me recogiera, pero siempre he sido más partidaria de hacerlo todo por mi cuenta y conseguir sola mis objetivos. Así que preferí correr y llegar asfixiada. Subí al autobús casi haciéndole una reverencia al conductor por haberme esperado. Me senté en mi asiento favorito, me enchufé la música y volví a pensar. Estaba contenta pero tampoco emocionada, me podía el miedo al qué dirán, miedo a ser juzgada y a que corriera la voz y, una vez más, formar parte de las habladurías de mis compañeros de clase.
También me daba miedo mi madre, la conocía bien y sabía perfectamente que me obligaría a ir al ginecólogo para que me revisaran y ver que todo estaba bien, cosa que no me hacía ni pizca de gracia porque tenía 13 años y para mí el ginecólogo era algo de señoras, no de niñas de mi edad. Pero, por otra parte, pensé que tendría que asumir las consecuencias, si hacía actos de mayores tendría que asumir responsabilidades de mayores, así que pensé que, si mi madre me obligaba a ir al médico, no opondría resistencia.