Читать книгу Si te sientes identificada, huye онлайн
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—Mamá, no pasa nada, volveré temprano por la mañana, aquí estaré bien.
—Está bien, pero antes de comer te quiero aquí —decidió finalmente.
—Allí estaré, como un clavo —sonreí.
Aquella noche no dormí pensando en lo ocurrido. Ya no era virgen, había hecho el amor por primera vez en mi vida, había perdido mi virginidad. Era la primera de mi clase, y hasta de mi curso. Definitivamente, no se lo contaría a nadie porque seguro que me juzgarían y no me apetecía, una vez más, ser la comidilla del colegio.
A la mañana siguiente, nos levantamos temprano, ya que yo no podía llegar muy tarde a casa. Me dolía mucho la vagina y toda la zona, y el movimiento que hacía al andar me escocía, sentía como me rozaba y era muy incómodo. ¿Tendría que ir al ginecólogo? Al pensarlo se me encogió el estómago e intenté desviar los pensamientos hacia algo más agradable. Cogí mi bolso y salimos de casa para ir andando hasta la estación de tren. Eran unos 20 minutos que se me hicieron una eternidad porque al andar me molestaba mucho.