Читать книгу Si te sientes identificada, huye онлайн
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Al bajar, sentí como los nervios del estómago me apretaban tanto hasta el punto de hacerme daño. Me invadió un sudor frío en la nuca y empecé a marearme. Se me secó la boca y me vi incapaz de articular palabra. Mientras intentaba aparentar normalidad, quise encontrar con la mirada la moto azul de 49cc con la que tenía que venir a buscarme. Y lo vi. Ahí estaba, esperando mi llegada. Al acercarme, me dedicó una mirada fija e intensa, pero no me besó. Permanecimos en silencio durante todo el camino hasta casa y, al entrar por la puerta me dijo:
—Puedes dejar tus cosas en esta silla, si quieres.
En silencio, retiré la silla del comedor donde me había indicado e, intentando no llevarle la contraria ni en lo más mínimo, dejé mi bolso ahí y la botellita de agua que había comprado en la estación encima de la mesa.
—Ricardo, yo… —quise empezar.
Pero no me dio tiempo de terminar la frase porque me cortó con un beso y, cogiéndome por la cintura, me llevó hasta el pasillo. Me cogió de la mano y me dijo: