Читать книгу Si te sientes identificada, huye онлайн

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Al día siguiente, me desperté con sentimientos encontrados: por un lado estaba enfadada con mi familia por no dejarme ir, pero por el otro estaba feliz de saber que dormiría con él. Me levanté muerta de hambre y me decidí a salir a ver el panorama. Estaban todos desayunando y me uní a ellos en la mesa de la forma más discreta que pude. En silencio y sin decir nada cogí una tostada y empecé a untármela con mantequilla. Mi madre me puso una mano en la pierna a modo de buenos días, pero yo no cedí y seguí con lo mío. Cuando terminé, cogí mis cosas y me fui a la playa sola, pues un baño de agua fría no me iría mal y quizás me servía para aplacar un poco el genio que me caracterizaba y que, en aquel momento, tenía bastante a flor de piel. Al volver, ya habían comido y estaban todos durmiendo la siesta. Mejor, no tenía ganas de entablar ningún tipo de conversación. Cada vez me sentía más incomprendida en aquella familia.

Al caer la tarde llegó mi hora. Cogí el bolso con todo el material secreto y fui directa a la puerta, pues mi autobús para ir hasta el pueblo de al lado para coger luego el tren estaba a punto de salir. Me dirigí a la plaza y tuve que correr porque ya estaba en la parada esperando a los últimos pasajeros. Compré el billete y me senté en el primer asiento de todos, me encantaba ver las vistas desde allí arriba, la carretera era de curvas y bastante estrecha y se podía ver perfectamente el mar en su azul más bonito.


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