Читать книгу Si te sientes identificada, huye онлайн
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Fue un mensaje claro, directo y mandado con mala leche. Automáticamente Ricardo me llamó:
—Oye Mía, ¿es cierto que te hablas todavía con Nil?
—¿Cómo sabes tú eso? —pregunté asustada.
—He recibido un mensaje de Dúnia —contestó seco.
—No quería que te preocuparas… Solo me apetecía hablar con él, no quería perderle… —empecé a justificarme.
—¿PERDERLE? ¿ES QUE A CASO ESTÁS ENAMORADA DE ÉL? —gritó desde el otro lado del teléfono.
—¿Enamorada de él? ¡No! ¡Yo estoy enamorada de ti! —lloré.
Pero no obtuve respuesta. Me colgó. En seguida marqué el número para llamarle de vuelta, pero no me lo cogió. Me fui a llorar a mi habitación.
Por la tarde, lo volví a intentar, pero no obtuve respuesta. Lo seguí intentando a lo largo de las horas, a la vez que aumentaba mi angustia y la sensación de opresión en el pecho. Era como si me hubieran arrancado una parte de mí. Jamás volvería a hablar con él, le prometí algo y no lo cumplí, le había fallado y eso no me lo perdonaría nunca. En un gesto de desesperación volví a coger el teléfono para marcar su número, ya me los sabía de memoria, y, finalmente, escuché su voz: