Читать книгу Si te sientes identificada, huye онлайн
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—Mía, salgo, le veo la cara y me vuelvo a meter dentro de casa, pero yo quiero verle la cara, y no se habla más del tema. Punto final —sentenció mi madre.
Aterrorizada anticipando la catástrofe abrí la puerta y, ahí estaba él, sonriendo tímido porque, por supuesto, había escuchado toda la conversación desde el otro lado de la puerta.
—Hola… —saludó.
—¡Hola, guapo! Soy la madre de Mía —se autopresentó mi madre.
—Vale, mamá, ya le has visto la cara, ahora métete para dentro y deja de molestar —le dije a mi madre con una mirada de por favor, por una vez en tu vida, HAZME CASO.
—Bueno, chicos, pasadlo bien. Mía, sé puntual. Aquí a las 11.30 h COMO MUY TARDE —se despidió.
—Sí, mamá. Adiós.
En cuanto mi madre cerró la puerta, me giré y le besé. Me salió instantáneo, no sé exactamente por qué, como un acto reflejo. Se suponía que era mi novio, ¿no? Pues teníamos que saludarnos así.
Él me devolvió el beso, aunque sorprendido, pero no me abrazó ni me pasó el brazo por la cintura. Igual era por respeto, porque le pareció que sería abusar.