Читать книгу Instrumental. Memorias de música, medicina y locura онлайн

71 страница из 76

Y cómo lograr memorizar casi cien mil notas individuales de forma que cuando los móviles se apaguen y los rezagados entren haciendo ruido, si te equivocas al usar un dedo y mandas así a tomar por culo toda la memoria muscular, puedas seguir sintiéndote completamente seguro. Hay personas que visualizan la partitura mentalmente, incluso con las manchas de café y las anotaciones a lápiz. Algunos se apoyan en la memoria muscular. Otros incluso recurren a la partitura (lo cual va muy en contra de las normas en los recitales de un solista, pero no es mala idea si permite llevar a cabo una gran interpretación y quita los nervios paralizantes). Para mí, la mejor forma consiste en ejecutar una pieza de cabo a rabo a una velocidad diez veces inferior a la normal, sin música, porque si consigues acabarla así, no tienes nada de qué preocuparte. Pensad en un actor que ensaya un gigantesco monólogo de una hora, que lo repasa y hace una pausa de tres segundos entre las palabras: si lo consigue, se lo conoce de arriba abajo y la interpretación le saldrá niquelada. Tocar mentalmente, sin mover los dedos, lejos del piano y en una habitación en penumbra también es una gran herramienta mnemotécnica. Imaginar el teclado y cómo mis dedos tocan las notas correctas resulta de una ayuda inestimable.

Правообладателям