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He ahí uno de los contrapesos últimos e importantes desde la representación popular y la expresión del pacto federal a un presidente que obtuvo la mayoría de los sufragios, pero cuyo triunfo no desterró la pluralidad política de la sociedad mexicana. En la Cámara de Diputados una reforma constitucional requiere al menos dos terceras partes de los votos (334 de 500) y lo mismo ocurre en el Senado (86 legisladores de 128). Dependerá de la cohesión de las bancadas de los partidos de oposición el que, en efecto, los cambios a la ley fundamental sean producto de grandes acuerdos políticos, como debe ser en democracia, y no sólo de la voluntad del gobernante en turno y sus seguidores.

La democracia no es nada más el gobierno de las mayorías, es también, necesariamente, el respeto a las minorías y el control del poder.

ALTERNANCIA EN LOS GOBIERNOS LOCALES: DECIDE EL VOTO, NO EL PRESIDENTE

Veamos el cambio político en la esfera de las gubernaturas. Si se toma en cuenta un ciclo largo de elecciones, del inicio de la competitividad electoral de fines de los años ochenta al término de la segunda década del siglo XXI, se verá que estos tres decenios han estado marcados por el incremento de los fenómenos de alternancia, sobre todo en el breve cuatrienio 2015-2018 (gráfica 1). En los últimos años hubo el doble de probabilidades de triunfo de un partido de oposición en elecciones para una gubernatura que de la ratificación en el cargo del partido en el gobierno.


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