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Gráfico 2. Tasa de desempleo, 1999-2020
(porcentajes)
Fuente: Comisión Europea, AMECO.
El efecto inmediato de la incorporación de España a una zona monetaria de baja inflación fue una fuerte caída de los tipos de interés nominales y reales que acabaría teniendo unos efectos procíclicos desestabilizadores de la economía española. Ello, unido a la abundante liquidez internacional existente entre 1999 y 2007, impulsó una entrada masiva de capitales en España a un coste muy bajo. Los bancos alemanes, y de otros países de la Eurozona y de fuera de la misma, vieron la oportunidad de prestar en España a tipos algo superiores a los vigentes en sus países. Esta entrada de recursos financieros exteriores alimentó una fuerte presión de la demanda sobre una oferta carente de la flexibilidad necesaria para adaptarse a las pautas de gasto. El resultado fue un notable aumento de los precios, muy superior al registrado por los de nuestros socios comunitarios (entre 1999 y 2007 el deflactor del PIB creció un 41 por 100 mientras que en Alemania creció el 7,7 por 100 y en Francia el 17 por 100), de manera que se produjo una pérdida de competitividad frente a la mayoría de los países de la Eurozona. Asimismo, la fuerte presión de la demanda llevó a un incremento de las importaciones, originando un creciente déficit por cuenta corriente desde la entrada en el euro (en 2010 alcanzó el 10 por 100 del PIB) y un aumento sustancial del endeudamiento exterior. En definitiva, el propio euro fue el que causó un shock asimétrico al impulsar artificialmente la actividad económica y generar una pérdida de competitividad que trajo consigo un crecimiento insostenible del endeudamiento exterior (gráfico 3). El resultado ha sido que a finales de 2020 la deuda bruta española, pública y privada, frente al resto del mundo alcanzó los 2.236 miles de millones de euros (199,7 por 100 del PIB), siendo la deuda neta de 945 miles de millones de euros (84,4 por 100 del PIB). La magnitud del endeudamiento puede constituir, ante un posible aumento de los tipos de interés, un obstáculo para el restablecimiento de un crecimiento económico sostenido.