Читать книгу Autonomía, dependencia y servicios sociales онлайн

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• El aumento de la carga sobre las personas en edad laboral para hacer frente al gasto social derivado del envejecimiento de la población.

• Una mayor presión fiscal, dado el incremento del gasto social en pensiones. El aumento de pensionistas supone, por un lado, la disminución de los ingresos que proviene de la población activa y, por otro, el aumento de las transferencias sociales destinadas a pensiones ya sea en su modalidad contributiva o no contributiva y, sobre todo, aquellas que se refieren a la jubilación.

Además, los Estados de Bienestar corporativistas –el grosso del modelo europeo– tienen sistemas de pensiones fuertes difíciles de sostener con bajas tasas de ocupación (Esping-Andersen, 2000). Estas afectan principalmente a las mujeres, generando problemas de inserción laboral y bajas tasas de fecundidad. Y todo ello dificulta el reemplazo generacional y la financiación a mediolargo plazo del sistema de pensiones.

En cuanto al gasto social destinado a salud, según los análisis llevados a cabo por Cylus, Figueras y Normand (2019), el envejecimiento de la población no supone el principal factor del crecimiento de este tipo de gasto. Para los autores, la clave reside en el tipo de políticas aplicadas en la asignación de los recursos y servicios sanitarios, así como los patrones de gasto adoptados para los distintos grupos de edad. Resulta interesante reseñar que la inversión del PIB destinado al gasto sanitario no es uniforme en la EU27 y que la tendencia, incluida la española, presenta una clara reducción de este hasta el año 2019.

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