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Las Ordenanzas de Hernán Cortés nacen con el claro propósito de corregir los excesos de las guarniciones con respuestas severas y ejemplaresssss1. Se trata por ello de una Ordenanza sumaria dirigida a la organización de la vida castrense, pero de cuya inteligencia se desprende el origen de preceptos que, con mayor o menor variación, fueron pasando a las ordenaciones siguientes.

Existe una preocupación como en la época de los Reyes Católicos por la preservación de los aspectos morales y comportamientos del buen soldado, pero que aquí se concreta en la prohibición de blasfemar y la erradicación del juegossss1.

Se señala la proscripción de echar mano del arma (quizás como antecedente directo del actual delito de abuso de autoridad e insulto a superior) distinguiendo en su castigo a si el autor gozaba de hidalguía, en cuyo caso sufría castigo pecuniario (cien pesos de oro, la mitad para el fisco de S. M. y la otra mitad para los gastos de la justicia) del que no lo fuese, que sufrirá pena corporal (cien azotes públicamente).

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