Читать книгу Instrumentos jurídicos para la lucha contra la despoblación rural онлайн

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En todo caso, la distribución de la propiedad de la tierra no ha variado sensiblemente como consecuencia de estas intervenciones. Siguen predominando las grandes explotaciones, existiendo caracterizadas zonas latifundistas. Todavía se producen en esas zonas movimientos campesinos que reivindican el reparto de la tierra. Pero es indudable que el grado de conflictividad ha disminuido sensiblemente, debido, sobre todo, a que España ha dejado de ser un país fundamentalmente agrícola. La industrialización, efectivamente, ha reducido las bolsas de miseria del campo, aunque no las ha eliminado por completo.

Ahora bien, al mismo tiempo los tejidos industriales han generado o fomentado fuertes corrientes migratorias desde las zonas rurales a las grandes ciudades sin que la política de colonización agraria haya servido para contener esos procesos. La idea de “arraigar en la nación a las familias desprovistas de medios de trabajo”, que ya en 1907 se diseñaba para “disminuir la emigración y poblar el campo” (Ley de Colonización y Repoblación Interior: art. 1), no ha podido imponerse a la despoblación rural. Ni siquiera se ha logrado con las “colonizaciones de alto interés nacional”, definidas en 1939 como aquellas que exigían complejas actuaciones y elevadas inversiones estatales “transformando profundamente las condiciones económicas y sociales de grandes extensiones de terreno” (Ley de Colonización de Grandes Zonas: base 1.ª; refundida en Ley de Reforma y Desarrollo Agrario de 1972: art. 92).

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