Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн

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Todavía molesto mandé a mi secretaria cambiar la hoja de encargo que inmediatamente puse encima de la mesa para que la firmase mi detectivesca clienta, a quien luego despedí amablemente más por educación que por respeto en aquellos momentos.

Visto lo cual es evidente que podemos ser grabados en cualquier momento por un cliente, que es perfectamente lícito e incluso puede ser utilizado legalmente en nuestra contrassss1, pero esta obsesión actual por captar cada segundo de nuestras vidas (sea en imá-genes o en audios), amenaza con convertirse en una paranoia social.

Como no pretendo cambiar determinados hábitos que patológicamente se instalan en los comportamientos de algunos clientes (a mí me han traído grabaciones obtenidas en consultas médicas), no nos queda otra actitud que ser coherentes con nuestras pala-bras, y para que la memoria no nos juegue malas pasadas anotar siempre aquello de lo que hablamos (me niego a grabarlo, por el momento…)ssss1.

ssss1. Es el caso de la Sentencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra 59/2017, de 9 de febrero, en la que un cliente utilizó como prueba de los honorarios pactados con su abogado una conversación grabada sin su consentimiento, prueba que fue considerada lícitamente obtenida al no suponer una intromisión ilegítima en la intimidad del abogado por ser el autor de la misma parte integrante del acto grabado, y no haberla inducido de modo provocado sino que fue una expresión libre y espontánea que además no fue divulgada.

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