Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн

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Comparto el comentario del Dr. Marañón de que la mejor herramienta diagnóstica es la silla donde el cliente se sienta y nos cuenta sus problemas. Quizás nuestro insigne doctor tuviese una visión freudiana de la medicina, pero la verdad es que para obtener Justicia, por paradójico que parezca, los hechos son lo primero; sin ellos aplicar el Derecho es como construir castillos en el aire.

Así las sillas confidente (nunca mejor llamadas) está semana echaban humo, pues la mitad de mi jornada de trabajo estuvieron ocupadas escuchado los problemas de mis clientes, sus dudas y sus temores. De todo voy tomando nota confeccionado eso que llamo la historia cíclica (no clínica, que es cosa de médicos), es decir, anotando lo que me cuenta el cliente en cada venida al despacho a modo de resumen.

Al final, y de ahí la saturación comentada, por mucho que intente no dejarme influir emocionalmente por sus problemas, es muy difícil inmunizarse frente al dolor ajeno, sobre todo cuando a un metro de ti tienes el rostro roto de unos padres que han perdido a su hija, o de quien se ha quedado sin trabajo o de un tercero con la salud maltrecha, por poner tres ejemplos.

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